viernes, 20 de agosto de 2010

MODELOS DIDÁCTICOS.

Relación “concepción antropológica”-“teoría del aprendizaje”- “modelo didáctico”

¿Qué esperamos formar?
¿Individuos dominados por el respeto unilateral hacia los mayores y la tradición? ¿O personas socialmente adaptadas, cooperando, desechando el conformismo y el apego incondicional a las normas del pasado; criticando con fundamento y participando activamente en la construcción de una sociedad mejor?
El gran interrogante que se presenta es:
¿Heteronomía o autonomía en educación
?”
[1]

Si bien ya hemos recuadrado algunos aportes importantes sobre el rol a desempeñar por los maestros de acuerdo a los análisis abordados sucesivamente, vamos a profundizar en los distintos modelos didácticos que corresponden a cada grupo de teorías, entendiendo por “modelo didáctico” al…

… al conjunto de estrategias didácticas para conducir los procesos de enseñanza aprendizajes de tipo sistemático, es decir, la adhesión a una determinada metodología con la consiguiente elección de técnicas, organización de actividades y selección de recursos, para el logro de los objetivos propuestos.
La elección de la propuesta didáctica, está -o debería estarlo- en coherencia con la “concepción antropológica” y “teoría del aprendizaje” que se sustenta, porque como ya dijéramos, en la educación sistemática estos conceptos junto al proceso de evaluación, interjuegan en un proceso espiralado que se retroalimenta a sí mismo permanentemente.

Desarrollaremos los modelos tipificándolos en dos: Conductismo y constructivismo, si bien en la actualidad no los encontramos, en general “puros” quizás debido a la lógica a la cual responde todo proceso de transición, o tal vez, sería indispensable pensar por qué los docentes dicen “Yo a veces, soy un poquitito conductista”, aunque adhieren a los supuestos opuestos.

¿Quizás debido a las matrices de aprendizaje que internalizaron en su proceso de formación como alumnos?
¿Falta de actualización de saberes primarios de formación como docentes?
Lo nuclear de la autonomía es decidir por sí mismo, con criterios propios, por lo tanto, no existe moral autónoma cuando se tienen en cuenta sólo los criterios del docente´. [2]


Analicemos los supuestos básicos de ambos modelos.

A- Modelo didáctico: Conductismo
Este tipo de conducción de los aprendizajes de los alumnos se basa en las teorías asociacionistas que ya hemos desarrollado, y por tratarse de conductas que se espera resulten de un enlace estímulo-respuesta-, el modelo se denomina conductista.

Si bien todas las experiencias fueron desarrolladas en laboratorios y no fueron pensadas para el aula, su influencia se vio, y se ve todavía claramente, en su extrapolación a las aulas.

Al considerar la pasividad del sujeto que aprende, que no aporta nada en el acto de conocer, sólo emite respuestas predeterminadas ante los estímulos que se le ofrecen, la metodología a la que se adhiere es puramente transmisiva, y dado que el conocimiento tiene su origen en el exterior, la técnica predominante es la exposición, con una gran variedad de actividades que utilizan profusos recursos para lograr estimular los sentidos, que son los que llevan la información a la tabla en blanco constituida por la mente del aprendiz, reconociendo que el origen del conocimiento son las sensaciones.

En este modelo de enseñanza-aprendizaje, bajo la premisa de que el conocimiento se adquiere mediante mecanismos asociativos, es el maestro el que elige cuidadosamente los estímulos los que deben entrar por todos los sentidos posibles: Vista, oído, tacto. Así se utilizan colores, repeticiones (para provocar la conducta esperada), copias, recitados memorísticos, etc. por eso se da el protagonismo del docente, que es el eje de todo el proceso.

El aprendizaje termina siendo un reflejo o una copia de la realidad externa, hasta el punto de que todas las ideas son una copia isomórfica de las contingencias o variaciones ambientales y los contenidos del aprendizaje están totalmente determinados desde afuera, como ya mencionáramos. Todo ello, hace pensar a los conductistas que se puede anticipar el producto y lograrlo con la secuencia de estímulos apropiada, en tanto y en cuanto el enseñante pueda hallar tal secuencia.

Desde esta perspectiva se deriva la idea de de reforzamiento: una vez producida la copia, se debe ejercitar para evitar su “olvido”, por lo cual la memoria es el mecanismo fundamental para este modelo didáctico, ya que favorece la fijación de los aprendizajes.

El error, es algo que se debe eliminar de inmediato. Pues de lo contrario, se fija. Por eso se debe corregir; y esta tarea, la realiza el maestro, que es quien tiene el conocimiento exacto, provocando ejercitaciones en base "a lo correcto".

Es así, que se observan tareas repetitivas altamente pautadas que admiten una sola respuesta correcta.

La insistencia en ejercitaciones mecánicas, los cuestionarios que recaban datos y no promueven la reflexión, la enseñanza escolarizada aislada de la realidad viva, serán los ejemplos más típicos.

Todo lo expuesto, da lugar a restarle importancia al aspecto subjetivo del aprendizaje.

Es indudable que el conductismo ha despreciado habitualmente las diferencias individuales. No podía ser menos: todas las “tábulas rasas” se parecen.

El alumno se ve forzado a dejar su espontaneidad, su individualidad, y se convierte en un sujeto escolarizado más, desde que se espera que haga lo mismo, de la misma forma, todos igual e igual al maestro.
Con los aportes de nuevos modelos didácticos -constructivismo-, se comenzaron a realizar tareas grupales con guías y cuestionarios a resolver, -“pequeños grupos de reflexión”-, en un esfuerzo superador.

Pero, lo único que se produjo fue un cambio en las rutinas de exposición docentes, “disfrazando” con la participación grupal de los alumnos, una situación que siguió basándose en los mismos supuestos conductistas: Un docente que sabe y transmite a un alumno que recibe y copia.



B- Modelo didáctico: Constructivismo

En esta postura o modelo didáctico se considera que el ser humano es activo para aprender, poniendo en juego los mecanismos de los que dispone y que ha ido construyendo a lo largo de su vida y en contacto con la realidad.

Al enunciar esta característica antropológica se reconocen en el sujeto que aprende procesos mentales, los cuales serán referidos de acuerdo a cada teoría, pero todos los investigadores considerados constructivistas dan importancia a la actividad intelectual y subjetiva.

En una palabra, el sujeto es constructivo; en términos piagetianos, construye nuevos esquemas a partir de esos procesos y en relación con el medio, en el cual el docente -aplicando una didáctica constructivista- para favorecer los aprendizajes, y permitir esas construcciones, crea "conflictos cognitivos".

El docente debe ser capaz de crear conflictos, estando atento a que se de en el sujeto que aprende, la posibilidad de re-construir sus propias estructuras y construir el conocimiento.

Recordemos que el conflicto cognitivo, se da cuando se produce un desajuste entre los marcos de interpretación de los que dispone el sujeto y el objeto de la realidad.

Es aquí donde debe estar atento el docente para provocar el conflicto cognitivo y dar la posibilidad de que el alumno tome conciencia del desajuste y busque nuevas hipótesis que den cuenta de lo que percibe en el mundo exterior.

Es así que tantea, comete errores, coordina distintas percepciones, intentando una respuesta satisfactoria que no se contradiga con la realidad. Y de esta manera, crea nuevos esquemas.

El error, es esta postura, es "error constructivo". El docente no debe desalentar los errores, sino capitalizarlos para motorizar la búsqueda de nuevas soluciones que le permitan acceder al alumno, a estructuras más complejas. De esta manera llega a la construcción, para lo cual, toda la realidad es útil, todos los recursos de los cuales dispone el maestro sirven para que pueda darse el proceso de aprendizaje. El alumno, debe estar en contacto con la realidad y si los recursos los elige el maestro, deben ser significativos.

Las actividades que propone el maestro no están basadas en una ejercitación impuesta arbitraria y rutinariamente por el docente, sino -con la guía del docente-en la propia capacidad del sujeto de plantearse hipótesis y preguntas e indagar acerca de las posibles respuestas.


Y en esa realidad, se encuentran “los otros” que son los mediadores para alcanzar aprendizajes a los cuales el alumno por sí mismo no podría acceder.

Cobra relevancia el rol del docente como transmisor de cultura y si en términos de Vygotsky se señala la importancia de los mediadores para el logro de los aprendizajes, también en esta postura es importante el señalamiento del valor del grupo, y sobre todo “del par más capacitado”.

Es importante apropiarnos de los aportes de Ausubel quien reconoció los conocimientos o ideas previas –significados- que traen los alumnos, al momento de acceder a los nuevos aprendizajes, y que a la luz de la nueva información, serán resignificados.

Desde este lugar es importante el rol del docente para elaborar un diagnóstico del grupo a su cargo y tener un conocimiento de las ideas previas que poseen sus alumnos. Como veremos más adelante, esto es muy importante a la hora de plantear una metodología constructivista en la enseñanza.

Y en este sentido la intervención docente en forma interdisciplinaria, favorece al proceso de apropiación de los contenidos escolares, pues la mirada se amplia y se enriquecen las propuestas.

Por último, diremos que entre las estrategias didácticas del enfoque constructivista, los nuevos objetos de conocimiento no sólo se presentan contextualizados, es decir, cercanos a la realidad del sujeto que aprende, sino que se abordan estructuras que dan cuenta de totalidades –y aquí se reconoce los aportes de la Gestalt- y no de elementos aislados.

“Nos situamos claramente en el marco de una pedagogía activa, de una pedagogía de la confianza en las potencialidades de los niños, de todos los niños, de una pedagogía del acompañamiento y no en el marco de una pedagogía de compensación o de recuperación” [3]




[1] Masip, C.: “Aula-taller. Una propuesta de educación alternativa”. Novedades educativas. 1995 (Pág. 22)
[2] Boggino, N.: “Los valores y las normas sociales en la escuela”. HomoSapiens. Santa Fe. 2003. (Pág. 26)
[3] Jolibert, J.: Op. Cit. (Pág.97)

Lic. Cristina Masip

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Septiembre de 2009

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