martes, 29 de septiembre de 2009

Comunicándonos... El difícil arte de entender al "otro"

Boletín de AIEPBA. Año X - Nº 85. Buenos Aires. Marzo 2000.

Un aporte para mejorar las relaciones humanas en las escuelas.

Ya casi comienza un nuevo año escolar.
Las vacaciones finalizaron y de a poco, se observa en las escuelas el ajetreo previo al inicio de las clases.
El escenario está nuevamente preparado para que cada personaje cumpla con su papel: Directivos, docentes y no docentes, padres y alumnos, cada uno desde su rol, llegan a las escuelas con expectativas renovadas. Deseos, temores, ansiedades, propósitos, algunos compartidos porque son propios de lo esperado desde el rol que se desempeña o, generados por la función que el resto del personal ocupa.
Pero... No siempre se da esta coincidencia... A veces se originan conflictos producto de las interferencias en la comunicación.
Y como empezamos nuevamente a comunicarnos, a revisar juntos los avatares de la vida educativa, es que me pareció oportuno tratar un tema muy delicado, muy conocido, pero que no siempre es interpretado con la profundidad que merece: Las relaciones humanas en la escuela.
El propósito es incluir en el análisis a TODAS las situaciones en las que se genera un encuentro humano: Supervisores-directores, directores-personal, docentes-padres, docentes-alumnos, y por supuesto, entre pares.

Palabras... palabras...escritas o dichas
Enero es tiempo de descanso, que nos permite leer, revisar, analizar, dedicarle un espacio temporal a aquellos materiales que no pudimos profundizar durante el año. Entre todos esos papeles y textos que fuí postergando, tuvo su lugar un libro.
Me gustaría compartirlo con Usted, estimado lector, desde nuestro lugar... Su autor, Fernando Savater, lo tituló “Ética para Amador”.
En sus primeras páginas nos advierte que “Ha sido pensado y escrito para que puedan leerlo los adolescentes: probablemente enseñará muy pocas cosas a sus maestros”. Pero ¿Sabe? Yo creo que si bien no es su propósito “enseñarnos a los maestros”, bien merece leerlo para refrescar algunas cuestiones que tienen que ver con la convivencia y la relación con los “otros”.
A medida que iba “devorando” las palabras escritas, me invadían ininterrumpidamente imágenes de situaciones vividas en establecimientos escolares.
“No sé para que me contrató, si no me escucha cuando le digo que sea más flexible; sigue bajando línea al personal, en forma autoritaria, sin atender sus aportes”, dijo un asesor pedagógico, refiriéndose al propietario-directivo.
“No le llevo más propuestas porque sigue aferrada a sus ideas; no quiere cambiar, no quiere crecer”, escuchamos algunas veces a un directivo refiriéndose a la propietaria de la escuela.
“Les sugiero material de lectura con propuestas metodológicas innovadoras y no hay caso, ni los leen”, manifestó un director sobre alguno de sus docentes.
“Les acerco ideas permanentemente sobre posibles proyectos, y ustedes nunca están dispuestos”, del representante legal-propietario, a sus directivos.
“Esta maestra está loca con todo lo que quiere que hagan los chicos este año”, de un padre a otro padre.
No quiero decir que sea su caso, Sr. Director, Representante legal, Propietario o Padre.... Pero ... No me diga que no le resultan familiares estas situaciones, porque seguramente como yo, las vivió, las escuchó o se las contaron.
Y, ¿Sabe por qué recordé estos episodios?...Pues porque en uno de sus capítulos el autor aborda el tema de las relaciones humanas, y no pude menos que considerar todas esas situaciones en que las personas parecen no entenderse, como si vivieran en mundos diferentes.
Me permito transcribir... “... al comportarme ante mis semejantes como enemigo, aumento sin duda las posibilidades de que ellos se conviertan sin remedio en enemigos míos también”.
Ud. pensará que los desencuentros no son tan graves y me dirá que lo que menos pretende es tener enemigos en su escuela.
Y yo le creo, pero ¿Se detuvo a pensar en la forma en que se organiza su escuela y en la forma en que se distribuyen los mensajes, sobre todo en los que implican “jerarquías?
Por favor, Sr. propietario, Sr. Director, .... piense un poquito más ...¿Cuándo le es a Ud. más fácil cumplir con una norma ?... ¿Cuando se la imponen? o ¿Cuando Ud. participa en su elaboración?... Siga pensando otro poquito... Cuando un “superior” le da una orden con la que Ud. no acuerda, pero sí o sí debe realizarla, ¿No lo hace con mucha rabia, muy enojado, y siente que el otro, es casi, casi, su enemigo?.
En todas aquellas situaciones en las escuelas en las cuales las relaciones humanas se ven envueltas en conflictos como los que ejemplifiqué, -seguramente no deseados, pero a mi juicio, buscados-, cuánto se beneficiaría la interacción -y la institución-, si cada uno pudiera ponerse por un momento en los “zapatos del otro”(así se denomina una técnica que utilizamos en mediación).
Cuántas veces sucede que los docentes protestan por órdenes de sus superiores que les parecen descolocadas; cuántas veces los directivos no acuerdan con la “superioridad”, pero acatan normativas aunque las consideren faltas de realidad; cuántas veces los padres se quejan de la falta de criterios que tienen los maestros ante las dificultades económicas.
Y todo ello tiene que ver con no “ponerse en el lugar del otro”, como muy bien señala nuestro autor.
Qué provechoso sería para una institución educativa que las relaciones humanas estuvieran teñidas de “humanidad”, lo cual significa reconocer al otro como un igual. Leemos en nuestro libro...“Reconocer a alguien como semejante implica sobre todo la posibilidad de comprenderle desde dentro, de adoptar por un momento su propio punto de vista. Es algo que sólo desde una manera muy novelesca y dudosa puedo pretender con un murciélago o con un geranio, pero que en cambio se impone con los seres capaces de manejar símbolos como yo mismo. Al fin de cuentas, siempre que hablamos con alguien lo que hacemos es establecer un terreno en el que quien ahora es “yo” sabe que se convertirá en “tú” y viceversa. Si ni admitiéramos que existe algo fundamentalmente igual entre nosotros (la posibilidad de ser para otro lo que otro es para mí) no podríamos cruzar ni palabra. Allí donde hay cruce , hay también reconocimiento de que en cierto modo pertenecemos a lo de enfrente y lo de enfrente nos pertenece”
¡Qué riqueza ética encierra este párrafo!
En muchas escuelas, todavía “se sigue bajando línea”, -de supervisores a directivos; de directores a docentes; de maestros o profesores a alumnos- como si el “otro” no tuviera vida interior. Como si el que está “enfrente”, y a veces más abajo en jerarquía, no pudiera pensar y hacer propuestas creativas, no fuera merecedor de hacer sus aportes, de disentir, de soñar en una escuela mejor, de compartir y mejorar mis propias ideas.

Aviso final
Yo NO estoy diciendo “No de órdenes”.
Yo NO le pido que deje su función en manos e intenciones de otro.
Yo No le estoy sugiriendo que SU escuela se desenvuelva con la modalidad de “laissez faire”, donde reine el descontrol y el “todo vale”.
Sólo le pido que reflexione sobre la posibilidad de PENSAR EN LOS OTROS COMO “OTRO YO” PUESTO EN EL MUNDO, COMO “YO”.
Que intente colocarse en el lugar de la persona que está enfrente, y abrirse a otras alternativas que no sean las generadas por las propias ideas.
En definitiva, que considere además de los beneficios personales que esta postura produciría, en los beneficiosos institucionales que significaría para la organización que Ud. lidera.
Como siempre...UD. DECIDE.

Postdata
El Capítulo séptimo de “Etica para Amador” escrito por Fernando Savater, de ediciones “Ariel”, contiene las breves transcripciones que acabo de compartir. Se lo vuelvo a recomendar para trabajar en la primera reunión del año -con docentes, con padres, o para el primer día de clase con los alumnos-.



Organizando Proyectos de escuela... con criterios de realidad y posibilidad

Hoy, desde este lugar, una breve síntesis de los aspectos que se deben considerar en el momento de la organización de los “proyectos de escuela”

Al comenzar cada ciclo lectivo, directivos y docentes comienzan a elaborar proyectos para implementar en la escuela... con padres, con alumnos, interdisciplinarios, de perfeccionamiento docente, extraescolares .... el listado podría ser muy extenso y seguramente, Ud. estimado docente, lo enriquecería muchísimo.
Los que transitamos por las escuelas, desde distintas funciones, comprobamos que muchas veces surgen de “mentes creativas” y no de necesidades institucionales.
¿Qué son los “proyectos de escuela”?
¿Cómo se originan?
¿Qué relación tienen con el “Proyecto educativo institucional”... con el “Plan anual de la escuela” .... con los “Proyectos de aula”? ...
¿Qué características tienen?
Hoy me propongo junto a Ud. reflexionar sobre estos interrogantes, y establecer
algunas precisiones conceptuales y operativas, que no siempre son consideradas a la hora de organizar estos “Proyectos de escuela”.

La descripción de la realidad institucional
Después de una reflexión -seguramente trabajosa y profunda-, en el establecimiento que Ud. dirige se ha elaborado el “Proyecto educativo institucional”. Ese instrumento del cual ya hemos dado cuenta en varias oportunidades en estos espacios.
Pero el PEI, no es el “Plan anual de la escuela”; éste surge de aquel e integra los “proyectos de escuela”.
Todos los años, al comenzar el año escolar, el equipo directivo con sus docentes, debe abocarse a elaborar este nuevo instrumento: El Plan anual.

¿Cómo se realiza?
Seguramente, en la evaluación institucional del año anterior se detectaron objetivos no logrados; necesidades no consideradas o surgidas durante el desarrollo del proceso; conflictos no resueltos; o espacios y tiempos escasos para la resolución de problemáticas propias.
Este es el primer dato a considerar: La información que brinda la evaluación institucional del año próximo anterior.
Junto al ciclo lectivo que comienza, surgen datos particulares: los que informan de la situación actual de la escuela... De matrícula, de personal que se renueva, de instalaciones y material didáctico...etc., y comenzado el año, de las características de los grupos de alumnos y de las familias que los componen.

Marco legal y axiológico.
La escuela está dentro de un sistema que emite normativa, y que debemos considerar ineludiblemente pues constituye el marco legal que nos sostiene como organización social oficial.
También, debemos recurrir al marco axiológico del PEI; ya dijimos en varias oportunidades que es el que da sentido y coherencia a todas las acciones que se planifican y ejecutan en la escuela.
El cruce de los datos de la realidad descrita -evaluación final y situación actual- con la normativa legal -disposiciones oficiales- y axiológica -PEI- es la que va a
determinar, al compararlos, las verdaderas necesidades, ajustes, problemas de la escuela.
Así, se producirá un listado muy completo de todos los “puntos flojos”, “nudos problemáticos”, o como guste llamarlos, de su escuela.

Priorizar para poder lograr
Todos sabemos lo difícil que es querer solucionar los numerosos problemas que se detectan en una institución. A veces no se trata situaciones conflictivas graves; sí de desajustes, desvíos o deseos de progreso. Pero abordar todo, implicaría mucho esfuerzo y recursos.
Por eso, es imposible -ni siquiera deseable- ocuparse de todo al mismo tiempo; por lo cual se hace necesario establecer prioridades.
Este es el momento en el cual, directivos y docentes, deben analizar a fondo ese listado, completo, completísimo de las necesidades de ajuste o de proyección del futuro de nuestra institución. Y con un criterio de realidad, pensando en lo que es posible o no, considerando los recursos humanos y materiales con los que se dispone, se establecerá un orden de prioridades.
Así surgen, estimado colega, los “proyectos de escuela”. Basándonos en criterios de realidad, necesidad y posibilidad.
El listado pasará a ser calificado de incompleto, pero estaremos en presencia de lo que podemos hacer en nuestra escuela.
Y es este momento en el cual determinamos metas. Ellas constituyen algunos de los objetivos del plan anual de la escuela.

Organizar, ejecutar, retroalimentar
Para que estos objetivos se logren, es que se organizan, entonces, proyectos de escuela.
Ahora estamos en condiciones de intentar una definición: Un proyecto de escuela está constituido por un conjunto de acciones institucionales a ejecutar, que tienen como fin dar solución a nudos problemáticos detectados, o intentar una redefinición de la escuela; todo con vistas al progreso institucional.
De esta manera, nos abocaremos a organizar las posibles alternativas para su ejecución, pero no podremos preverlo todo, y ni siquiera es deseable.
La planificación del proyecto, no es un instrumento rígido. La imagen objetivo nos guiará. Seguramente durante el desarrollo surgirán dudas, se producirán retrocesos, se atenderá a aspectos no considerados. La riqueza del proceso, justamente nos permitirá retroalimentar permanentemente el desarrollo del proyecto.
Ahora bien, los “proyectos de escuela”, no son los “proyectos didáctico-pedagógicos”.
Responden a necesidades institucionales, como dijimos, y estos últimos están circunscriptos al ámbito del aula.
Pero, también es cierto, que los proyectos de escuela, pueden responder a necesidades técnico-pedagógicas e involucrar a varios docentes, a todos los docentes, y a un número indeterminado de alumnos de diferentes cursos. Como por ejemplo “La campaña de la buena expresión”, respondiendo a las necesidades detectadas del mal uso de la lengua, oral o escrita, en alumnos, y ¿Por qué, no?... padres y docentes.

Mentes creativas en espera
Ya conocemos la creatividad de directivos y docentes. A veces nos sorprendemos de los bellísimos emprendimientos que se generan en las escuelas. Y también comprobamos en numerosas ocasiones los buenos resultados a los que se llega.
Pero... ¿Cómo se originaron?, ¿Cómo y quién o quienes los organizaron?...
¡Cuánto esfuerzo para imaginarlos, estructurarlos, ejecutarlos!
Estimado director o docente, piense en el ahorro de tiempo y esfuerzos que significaría la organización de acciones a partir de genuinos requerimientos que presenta la realidad de su establecimiento, y el compromiso que generaría en los involucrados, pues se prodigarían acciones en pos de una solución ante una necesidad compartida.
Y entonces, sí, una vez establecido el consenso, de rienda suelta a su creatividad.

Lic. Cristina Hemilse Masip
Prof. Normal y Especial en Ciencias de la Educación.
Asesora pedagógica institucional
E-mail: licmasip@hotmail.com

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