martes, 29 de septiembre de 2009

El Inspector de escuelas... Recuperando el perfil docente

Boletín de AIEPBA. Año X - Nº 87. Buenos Aires. Mayo 2000.

Las características del perfil del Inspector, analizadas desde lo que es y lo que los docentes esperan que defina la política educativa.

Cuantas veces llegamos a las escuelas y nos encontramos con la noticia: “Nos visita la Sra. Inspectora”. Y no sólo la frase se impone; también las actitudes nerviosas de los docentes y sus comentarios...
“Está con el director”... “Todavía no fue a observar clases”... “Le pidió a la secretaria un montón de planillas, libros y documentos”...
¿Por qué se genera esta mezcla de incertidumbre y de sanción?
¿Por qué se asocia a control y no a asesoramiento?
¿Por qué la imagen autoritaria es la que se impone?

El perfil tradicional
Hasta hace muy pocos años el perfil del Inspector -Supervisor en otras jurisdicciones- estaba configurado por notas características y específicas para ese rol.
Después de muchos años en la docencia y en la dirección de escuelas, llegaba a esta función cargando en su mochila, además de esta experiencia, muchos cursos “para directivos” y “para inspectores”, en los cuales se abordaban contenidos predominantemente organizacionales y del área económica-financiera: Documentos referidos a aperturas de establecimientos y de secciones; a articulaciones entre niveles y jurisdicciones; libros de actas; planillas varias: de matrícula inicial y final, de aranceles, las famosas mecanizadas...; oficios judiciales; legajos de docentes y de alumnos; resoluciones; disposiciones, etc. etc. Estos son sólo ejemplos porque como todos sabemos, la lista es interminable. Y todo avalado, por supuesto, por la correspondiente normativa que conocían al dedillo y de la que podían dar cuenta en forma instantánea.
Eran verdaderos especialistas en los “estados administrativos” y en temas de economía educativa.
Y lo pedagógico... “Bien, gracias...”, diría una vieja docente.
Lo cierto, es que todo este tiempo dedicado a lo administrativo, le restaba espacio a la consideración de los procesos que se generaban para cumplir con la verdadera función para la cual fue creada la escuela: EDUCAR.

Hacia un nuevo perfil
No fue necesaria la reforma para que los inspectores comenzaran a modificar la óptica y la actitud con la que llegaban a las escuelas.
Si bien todas las dimensiones del campo institucional revisten significado y se entretejen para desarrollar la función social de la escuela, lo pedagógico que estaba relegado a una segunda instancia de seguimiento, comenzó a ser considerado con mayor detenimiento.
Hoy nos encontramos que los “papeles” siguen ubicando su lugar; pero también se manifiesta una creciente preocupación por generar espacios para la reflexión acerca de procesos institucionales pedagógico-didácticos: la elaboración del proyecto institucional, la organización de proyectos comunitarios referidos a temas transversales, el análisis de estrategias de enseñanza aprendizaje que atiendan a la diversidad, la evaluación como proceso además de producto y no sólo tendiente a la acreditación, el diagnóstico institucional y pedagógico-didáctico, las normas de convivencia en las escuelas y en el aula, la relación con la comunidad y sobre todo con los padres, etc.
El diálogo entre inspectores y directivos es más fluido -quizás no tanto como querríamos-; lo cierto es que existen ejemplos de organización de acciones tendientes a estrechar vínculos: se realizan encuentros de intercambio de conocimientos, donde estos actores -unos y otros- coordinan acciones a partir de la especialidad que los caracteriza; a veces con la participación de especialistas en diversos campos del saber.
Pero el nerviosismo que ejemplifiqué al comenzar, sigue caracterizando la llegada de este personaje a las escuelas.
¿Cómo hacer para cambiar una imagen teñida de “autoritarismo” en una representación de “autoridad”?

Ser docente
A mi criterio, existen ciertas variables que son ignoradas.
El Inspector es un docente. Un profesional que tiene no sólo una gran experiencia laboral en todas las funciones, sino también una formación específica.
Y esta es el aspecto más importante, que parecería que a menudo se olvida, se ignora, se relega al pasado. Fue maestro o profesor. ES maestro o profesor. Lo sigue siendo. Y aún más... ES un maestro o profesor que estuvo y está en contacto con profesionales que lo son. Conoce por experiencia propia y además por observación y comparación.
Si a ello se le añade la formación específica -que no es pequeña-....este docente Es o -debería ser- DOCENTE DE DOCENTES.
Y este olvido comienza en la distribución de las funciones que hace la política educativa, en las demandas que a partir de allí se generan, y se continúa en la conformación de un perfil con el que la mayoría de los docentes y directivos no acuerda.
Es cierto que tiene una relación cada vez más cercana con los directivos -a pesar de esas famosas reuniones mensuales con las que hay que cumplir, y que sólo sirven para “bajar normativa”, que podría ser enviada por fax o correo electrónico- pero...
¿Qué sucede con los docentes que coordinan grupos de alumnos?
Este contacto es esporádico: El docente lo recibe cuando el Inspector va a una escuela, y “observa clases”, cuando los papeles se lo permiten.
¿Será posible reflexionar e idear otras formas de relación?
¿Será posible despejar las “formas de control” en los encuentros, para convertirlos en verdaderas instancias de asesoramiento y aprendizaje?
¿Es tan difícil organizar acciones de perfeccionamiento dirigido a los docentes a cargo de grupos, coordinados por el inspector?... en los que no sólo se estrechen lazos, se desmistifique el rol, se lo “destiña”, sino que contribuya a que éste conozca las verdaderas dificultades y necesidades operativas de los maestros y profesores de su región.
Reitero: El Inspector es un docente. Tiene un amplio conocimiento de las diversas funciones, por experiencia y por estudio. Es a mi criterio el primer asesor con el que cuentan las instituciones escolares.
¿Por qué dedicarle entonces, tanto espacio a lo administrativo, a lo económico financiero?
Quizás hoy la respuesta deba darla la política educativa, reflexionando “en serio” de qué se trata y por dónde empieza el cambio en las escuelas tendiente a la tan buscada “calidad en la educación”. Y en este caso, definiendo el verdadero perfil del Inspector o Supervisor de escuelas.
Es necesario rever la normativa que establece el rol, porque por mejor buena voluntad que se posea, no es posible, ni siquiera deseable, que un profesional asuma tantas y tan variadas funciones, y que la ejecución prioritaria de acciones recaiga siempre en lo que los docentes y directivos menos necesitamos.
Y sabe, yo y muchos colegas como yo, los vemos a diario correr de un colegio a otro tratando de realizar lo imposible.
Por su salud y la nuestra, ¿No debería desdoblarse el rol?
Hoy, les toca decidir a los funcionarios.

Lic. Cristina Hemilse Masip
Prof. Normal y Especial en Ciencias de la Educación.
Asesora pedagógica institucional
E-mail: licmasip@hotmail.com

1 comentario:

  1. ¿Como podría usted definir en 3 líneas el funcionamiento de una Inspectora?

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